domingo, 5 de diciembre de 2010

“Las ultimas palabras”


 Te despertaste como todos los días. Te preparaste el desayuno, te vestiste y decidiste ir a la facultad a rendir tu examen final. 

Todo parecía tranquilo, como todos los días. Una vez rendido el parcial, buscaste a tus amigos para almorzar como lo hacían todos los días… no los encontraste… te tocó almorzar solo…

Comiste lo de siempre… un sándwich de jamón y queso con una gaseosa…

Saboreaste con gusto tu almuerzo… ese almuerzo que te preparas todas las mañanas antes de irte de tu casa.

Ya almorzaste… es hora de irte…

Guardas tus libros en tu mochila y ves algo que llama tu atención… es una carta… una delicada carta escrita por una chica a la que dejaste… una chica a la querías mucho… pero… pero que por cosas de vida decidiste dejarla.

Tu mente se llena de recuerdos, de olores, de alegrías. Se llena de fragilidades, de pasiones, de deseos…

Piensas que deberías llamarla para saber cómo está, pero en realidad no deseas saber cómo está… deseas verla…

Deseas verla porque la extrañas… porque estás arrepentido de haberte alejado de ella… pero en ese momento piensas que tal vez ella no quiere verte y quizás si tú vas a buscarla ella te echará… entonces tratas de recordar porqué la dejaste… qué cosas hicieron que te separaras de su lado… y tu mente está en blanco… no puede recordar por qué…

Solo recuerdas que la querías… la querías con locura… te desvivías por ella… a su lado nada mas importaba….

Decides dejar de pensar y corres a buscarla…

Todavía recuerdas su dirección… tantas veces la visitaste que ese recuerdo sigue latente en tu mente…

La espera se hace interminable… las cuadras que corres no parecen terminar… pero cada vez estás más cerca… te aproximas más y más…

Subes los escalones… tocas el timbre… la puerta se abre… es ella… la estás viendo… su rostro sigue siendo el mismo.

Le dices “Hola”  pero ella no parece escucharte… está por cerrar la puerta y tus reflejos reaccionan… colocas tu pie entre la puerta para evitar que ella la cierre… ella se asusta.

Nadie ve qué es lo que impide cerrar la puerta…

De pronto aparece un hombre con un bebé en brazos que acude al llamado de “mi amor” que ella hizo… la puerta se cierra… las cosas comienzan a tener sentido…

Ella se ha casado… pero ¿Por qué no te vio?... pronto sabrás la respuesta…

En el vidrio de la ventana de aquella casa ves una mancha en tu remera… te miras la remera y efectivamente hay una mancha roja a la altura de tu pecho…

Levantas tu remera y ves una cicatriz… apoyas tu mano en ella y una oleada de imágenes bombardea tu mente…

Recuerdas a ella en el accidente que casi le quita la vida…

También te recuerdas a ti llorando sin cesar por ella…

Recuerdas la sala de operaciones… recuerdas que diste tu corazón por ella… y que tus últimas palabras fueron “Deseo verla viva otra vez…” y todo cobró sentido.

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